por Patrick Radden Keefe
"Imperio del Dolor" (2021) narra el ascenso y caída de la enigmática familia Sackler, los multimillonarios detrás de Purdue Pharma. Su producto estrella, OxyContin, fue promocionado como inofensivo, pero desencadenó una devastadora epidemia de opioides que cobró innumerables vidas. Sin embargo, el ejército de expertos legales, conexiones políticas y reputación filantrópica de los Sackler los protegió repetidamente de rendir cuentas.
Sobre el autor
Patrick Radden Keefe es un reconocido periodista y escritor del The New Yorker. Ganó el Premio Nacional de Revistas en la categoría de Redacción de Reportajes en 2014. Su obra incluye varios bestsellers, entre ellos "Say Nothing" (2018).
El meteórico ascenso y espectacular caída de la dinastía más polémica de América
En su lecho de muerte, Isaac Sackler lamentó dejar a sus tres hijos una modesta herencia. Sin embargo, se enorgullecía de legarles algo invaluable: su nombre intachable. Les recordaba a menudo que mientras las fortunas pueden reconstruirse, un nombre manchado es irrecuperable.
Sus hijos – Arthur, Mortimer y Raymond Sackler – amasarían una fortuna colosal, catapultándolos a las filas de las familias más adineradas de América. Su apellido adornaba algunas de las instituciones más prestigiosas del mundo: las universidades de Harvard y Oxford, el Guggenheim, el Louvre.
El origen de su vasta riqueza era un misterio para muchos, incluso para sus allegados. Pero eventualmente, la verdad saldría a la luz.
En 1996, un nuevo analgésico opioide llamado OxyContin llegó al mercado. Su fabricante, Purdue Pharma, lo promocionaba como efectivo y seguro.
Pronto, surgieron informes de comunidades en crisis. OxyContin había atrapado a miles en la adicción. En el mercado negro, una píldora de 80 mg llegaba a costar hasta $80. Vidas destrozadas. Algunos recurrieron a otros opiáceos como la heroína. El número de muertes se disparó.
Purdue Pharma era propiedad de los Sackler. Mientras OxyContin generaba miles de millones anuales para la familia, simultáneamente alimentaba una crisis de opioides sin precedentes.
Más tarde, documentos revelaron que los Sackler conocían la naturaleza adictiva del fármaco, pero lo comercializaron agresivamente, presionando a los médicos para que recetaran OxyContin para dolores leves y aumentaran las dosis.
Con el tiempo, muchas instituciones comenzaron a retirar el nombre Sackler de sus edificios. Esta es la historia de cómo la familia perdió su brillante reputación mientras lograba conservar miles de millones.
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